Canto Difónico

El canto difónico consiste en cantar una nota grave de tal manera que se oiga acompañada de una o más notas agudas adicionales. Su efecto es tan extraordinario, que no es de extrañar que, desde un principio y en la mayoría de las culturas, se le haya atribuido un carácter sobrenatural, cargado de supuestos atributos religiosos, mágicos y curativos. Por ello, en el entorno de creencias naturalistas y chamánicas, este tipo de canto armónico sirve como medium para comunicarse con los espíritus de la naturaleza, imitando los sonidos de animales, el viento, las aves, etc. 

El canto armónico supone una ruptura estilística con el canto natural y busca comunicar emociones de trascendencia y fe a través de la comunión con la propia esencia del sonido, donde descubre, ocultos, muchos más sonidos que los perceptibles en principio. En muchas culturas del mundo este descubrimiento de las propiedades armónicas del canto se ha dado de forma aislada, estancada. En algunos casos, este tipo de canto surge sólo en momentos significativos, más como variación del timbre de la voz (más o menos nasal, con menor o mayor variación en la forma de la cavidad bucal, con mayor o menor participación en la fonación de otros resonadores del cuerpo humano) que como estilo musical significado.

En esta última categoría entrarían las técnicas del canto difónico (que generan dos o más melodías distintas con una sola garganta) de mongoles, tuvanos, jakashes, altaianos y bajkirs de Asia Central; del “canto profundo” de los monjes tibetanos de los monasterios de Gyuto y Gyume, de algunos ejemplos del Rajastán de la India, entre los xhosas de Sudáfrica, de exploradores sonoros como David Hykes y su Harmonic Choir, de la obra Stimmung del compositor alemán contemporáneo Karlheinz Stockhausen, de los aleluyas del barítono gregoriano Igor Reznikoff, de las “quintinas” del canto polifónico de Cerdeña o de las piruetas vocales de Fátima Miranda.

Unido al sonido fundamental, producto de la vibración, los cuerpos sonoros generan otros que acompañan al fundamental: los armónicos. Estos se caracterizan por mantener una relación matemática simple entre sus frecuencias o respectivas velocidades de vibración. Así, el sonido musical de 100 Hz (hercios o vibraciones por segundo) suena acompañado del de 200, 300, 400, 500 Hz, etc. La mezcla y participación en el conjunto de este espectro de sonidos es el que da a cada voz y timbre sonoro su particular identidad, como un ADN acústico.

Seguiré completando el post, por mientras esperen por los archivos que subiré...

David Hykes - Harmonic Meditations
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 Lama Tashi - Tibetan Master Chants 

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